9 Dones Espirituales Y Cinco Ministerios
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9 Dones Espirituales y 5 Ministerios
1. Principios generales
En su eterna sabiduría y gracia, Dios decidió conceder a la Iglesia todos los instrumentos espirituales necesarios para su edificación: los nueve dones del Espíritu (1 Co 12: 8-11) -palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, dones de sanidad, operaciones de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, variedad de lenguas e interpretación de lenguas -y los cinco ministerios (Ef. 4: 11)- apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro.
La edificación de la Iglesia, proceso que involucra directamente al Señor Jesús (Mt 16: 18) y que es la Obra del Espíritu Santo, empezó en el día de Pentecostés con el derramamiento del Espíritu Santo -que está encargado de transmitir las revelaciones provenientes del Señor Jesús como Cabeza de la Iglesia- y terminará en el día en que esa edificación esté concluida, el día del arrebatamiento (1 Co 13:10). Durante todo este período, estos instrumentos de edificación vendrán a ser necesarios para la realización de esa Obra que el Señor confió a su Iglesia.
El Bautismo con el Espíritu Santo no fue concedido solamente para transmitir unción (1 Jn 2: 27) y alegría a la Iglesia (Ro 14: 17). El supremo propósito del Bautismo con el Espíritu Santo es capacitar la Iglesia para recibir dones espirituales y ministerios para su edificación, para que pueda dar testimonio de Jesús de una forma eficaz (Hch 1: 8). Es por esa razón que, al prometer enviar el Espíritu Santo a todos sus siervos y siervas, el Señor reveló al profeta Joel (Joel 2: 28) que, como resultado del derramamiento del Espíritu Santo, ellos recibirían profecías, visiones y sueños, o sea, dones espirituales. Nótese que esas son manifestaciones de los dones espirituales por medio de los que el Señor revela con más exactitud su voluntad a la Iglesia y confirma la predicación del Evangelio, demostrando con eso que Jesús está ¡vivo! (Mr 16: 20).
Sin embargo, los nueve dones espirituales no pueden ser usados de forma adecuada sin la asistencia de los ministerios. Los nueve dones espirituales y los cinco ministerios se complementan. Dones utilizados sin la asistencia de los ministerios se vuelven una fuente de problemas y no alcanzan su propósito que es la edificación de la Iglesia. Por esa razón, en cada Iglesia local, cabe al Pastor la supervisión del uso de los dones espirituales, juzgar cada una de las manifestaciones de los dones espirituales -juntamente con un grupo de miembros maduros de la Iglesia local- y decidir sobre la aplicación del don con sabiduría, de tal manera que sea alcanzado el propósito de edificación.
2. Los dones en la Iglesia local
Por eso, siempre que hay manifestaciones de dones espirituales (profecía, interpretación, visiones, sueños y revelaciones) que contienen orientaciones para un creyente, para un grupo de la Iglesia o para la Iglesia como un todo, esas manifestaciones son transmitidas al Pastor, a quien cabrá decidir -con la ayuda del referido grupo de creyentes- sobre el origen del don (si proviene del Espíritu Santo) y sobre la manera de aplicar la orientación transmitida por medio de esa manifestación.
Los dones utilizados -bajo la supervisión del pastor, juzgado en cuanto a su procedencia y aplicado con sabiduría- son siempre un motivo de edificación (1 Co 14: 3-5, 12) y de alegría para la Iglesia. Hay Iglesias en las Américas y en Europa que han experimentado el uso de los dones espirituales de esa manera, con resultados maravillosos. Algunas Iglesias ya utilizan los dones espirituales así por más de 35 años, sin haber experimentado los problemas que, por lo general, están asociados a esas manifestaciones del Espíritu Santo.
Para preparar la Iglesia para un derramamiento más grande del Espíritu que ocurrirá antes de la segunda y gloriosa venida del Cristo para arrebatar a su Iglesia, el Señor está llamando la atención de su pueblo hacia la necesidad de usar los dones espirituales de forma bíblica: con sabiduría y discernimiento. A medida en que esas enseñanzas son transmitidas a la Iglesia y puestas en práctica, la Iglesia está preparada para recibir una gran visitación del Espíritu Santo sin que tengan que darse los problemas que normalmente vienen asociados a los dones espirituales. Por el contrario, los dones espirituales serán un motivo de mucha alegría y bendición para la Iglesia, pues a través de ellos el Señor podrá revelar toda su voluntad a su pueblo.
3. El culto en el Nuevo Testamento
Por otro lado, los dones espirituales son esenciales para la realización de un culto en el Nuevo Testamento. La orientación del Espíritu Santo concerniente a cómo deben de ser realizados los cultos en la Iglesia; se refiere simplemente a tres elementos: doctrina, cánticos y dones espirituales (1 Co 14: 23-33). El apóstol Pablo se detiene entonces, en la operación de los dones espirituales, exponiendo como los incrédulos se convertirán (será convencido, adorará a Dios y proclamará que Dios está en la Iglesia) cuando hubiere manifestaciones de dones que revelen los secretos de sus corazones (1 Co 14: 24-25).
La enseñanza en esos versículos es confirmada en el texto de Mr 16: 20, que afirma que los apóstoles predicaron por todas partes, “actuando con ellos el Señor y confirmando la palabra con las señales que les seguían”. Eso es importante, pues demuestra que la doctrina, indispensable para la fe (“la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo”), es confirmada en los corazones de los oyentes por el Señor Jesús. Ella es confirmada en los corazones de los que todavía no creen por medio de las manifestaciones de los dones espirituales (“señales que seguían”).
De eso se concluye que, para predicar con poder es necesario predicar con las señales, que son manifestadas por medio de los dones espirituales (hacer milagros, dones de sanidades, profecías que revelan los secretos de los corazones, etc.). La Iglesia debe, por eso, buscar los dones espirituales -mandamiento del Señor (1 Co 14: 1)- para que pueda testificar con eficacia al Señor Jesús.
4. Reuniones de siervos que tienen ministerios
Los dones espirituales también son necesarios para que el Señor pueda aconsejar a las Iglesias y a los siervos usados en ministerios (pastores o ancianos, evangelistas, etc.). En las reuniones de estos líderes en una determinada ciudad o región, por ejemplo, se puede consultar al Señor con respecto a decisiones que necesitan ser tomadas para la realización de la Obra de Dios. El Señor puede también tomar la iniciativa y revelar su voluntad concerniente a asuntos que están siendo discutidos por los pastores.
La manifestación del Señor Jesús en las reuniones de estos líderes resulta en la edificación y en la unidad entre los participantes. Cuando el Señor tiene la posibilidad de hablar a los pastores, la presencia de Dios en esas reuniones es más sensible, produciendo temor del Señor, amor a los hermanos, humildad y una verdadera unidad cristiana. Al mismo tiempo que: cesan las desavenencias, el surgimiento de facciones, los celos y las agresiones entre los pastores. Cuando se discute un asunto y no se alcanza consenso, se puede consultar al Señor pidiendo su consejo. El Señor, entonces, graciosamente, aconseja a sus pastores, hablando a través de los dones espirituales. Y cuando el Señor se manifiesta, surge una concordancia entre todos, que es el fruto de la manifestación del Espíritu Santo.
Por esta razón, los líderes que tienen ministerio (pastores o ancianos, evangelistas, etc.) deben orar y ayunar para que el Señor les conceda dones espirituales. El Señor siempre atiende a esa petición, pues es hecha según la voluntad del Señor (1 Co 14: 1). Además, los líderes deben empezar a enseñar en las Iglesia que, en el Nuevo Testamento, no hay profetas infalibles como en el Antiguo Testamento. Hoy día no se juzga (ni se apedrea) al profeta que falla; se juzga únicamente la profecía (1 Co 14: 27, 29; 1 Tes 5: 20-21). Por eso, debe enseñarse también a la Iglesia que nadie debe sentirse humillado ni quedarse triste cuando una profecía que transmitió no vino del Señor: cabe a los demás la responsabilidad de juzgar.