Iglesia, Cuerpo de Cristo

Iglesia, Cuerpo de Cristo

El Cuerpo de Cristo es otra doctrina fundamental para el despertar espiritual de la Iglesia. La Iglesia es, de acuerdo con la revelación que fue dada al apóstol Pablo (1 Co 12: 27, Ef. 1: 22, 23), el Cuerpo de Cristo. Para que eso sea una realidad plena, y práctica sobre todo, la Iglesia necesita estar unida a la Cabeza, el Señor Jesús, quien debe ser reconocido como poseedor del título de Cabeza; es más, en términos prácticos debe concedérsele la posibilidad de gobernarla. Para eso, la Iglesia necesita estar lista para recibir Sus comandos (revelados por medio de los dones espirituales) y obedecerlos. “Obedecer, cumple a nuestro deber”, como reflejaba un antiguo himno.

Para que esté lista para recibir instrucciones del Señor, la Iglesia debe estar organizada como un Cuerpo, de la manera indicada en las cartas a los de Corinto (1 Co 12) y a los de Éfeso (Ef 4: 1-16) cada miembro tiene una función y la ejecuta con fidelidad; y todos los miembros son edificados por medio de los dones espirituales y de la operación de los 5 ministerios.

En un Cuerpo sano todos los miembros dependen de las órdenes del cerebro para actuar. Ningún miembro actúa sin que haya habido una orden específica de la Cabeza. Lo mismo ocurre en el Cuerpo de Cristo. El Señor Jesús revela Su voluntad con relación a la actividad de los miembros y de las Iglesias. Por eso fue derramado el Espíritu Santo (Jn 16: 13-14).

En un Cuerpo normal, cada miembro es creado para ocupar un lugar determinado en el mismo. No es el miembro quien escoge su lugar, tampoco en el Cuerpo de Cristo. El Señor Dios, por medio del Espíritu Santo, coloca los miembros en el Cuerpo como quiere (1 Co 12: 18, 28); y esa elección es confirmada por el Gobierno de la Iglesia (pastores, ancianos). Es de cada miembro fiel, la responsabilidad de someterse a ese Gobierno de la Iglesia, pues fue constituido por el Señor.

La Iglesia se compone de miembros fieles y trabajadores que procuran obedecer las determinaciones del Señor y las orientaciones de sus pastores. Fe y fidelidad son dos cualidades que caracterizan a la Iglesia y que honran al creyente. Fidelidad significa obediencia a las determinaciones de la Palabra de Dios y a las orientaciones del Señor para la vida cotidiana de la Iglesia. Es de cada dirigente de la Iglesia (pastores, ancianos), la responsabilidad de enseñar a la Iglesia. Cada miembro debe participar en la edificación de la Iglesia cumpliendo con fidelidad la función que el Señor le dio en el Cuerpo.